martes, 16 de junio de 2015

Capítulo 1

Hey, gentecilla. Veréis, esta es una historia que escribí hace unos 6 o 7 años. Una persona me pidió que la publicara y pues, a eso voy.  Por favor, tened en cuenta que lo escribí con 11-12 años (?).
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La lluvia caía brutalmente sobre su ventana, como casi cada mañana. Odiaba la lluvia porque en aquel lugar siempre llovía, porque siempre le recordaba cómo se sentía. Odiaba todo, la lluvia, el frío, el internado, su vida y hasta él mismo. Sabía que aquél no era su lugar, pero dudaba de que existiera algo a lo que llamar hogar, un lugar donde encajar. Aún así, vivía aferrado a la idea de poder huir de aquellas asfixiantes paredes. 
Se fue incorporando de la cama mientras bostezaba sonoramente. Al menos por fin era Viernes, podría librarse de aquellas pesadas clases dos días. Aunque tampoco es que tuviera algo mejor que hacer en un sitio como ese. Entró en el baño y tras lavarse la cara se quedó un buen rato mirando su reflejo. Sus ojeras delataban que a pesar de intentar dormir correctamente no conseguía descansar. Tras peinar como pudo su cabello rubio y vestirse con los primeros pantalones y la primera sudadera que encontró limpios, salió en dirección al comedor antes de que fuera tarde.
Los horarios y las normas eran muy estrictas. Si no llegabas a tiempo al comedor te quedabas sin comida, da igual que fuera por tan solo 2 min. Cogió rápidamente lo que sería su desayuno y fue a sentarse en la mesa del fondo, solo, sin hablar ni mirar a nadie. No le gustaba nada la gente que convivía con él, veía algo raro en ellos, aunque también lo veía en él mismo. Durante todos los años que llevaba allí no hizo contacto amistoso con ninguno, ni le apetecía. Pero de pronto su tranquilidad se vio interrumpida.
-¿Eres sordo o qué? Te he dicho que este es nuestro sitio.
Un chico alto y grueso se había acercado a uno más bajito, éste último intentaba no mirar al otro a los ojos.
-P-pero yo he llegado antes.
-Tío, déjalo, ya nos sentaremos en otro lado.- Dijo otro chico apoyando la mano sobre el hombro de su amigo.
-¡De eso nada!- Apartó de un golpe la mano del otro y agarró del cuello de la camisa al más bajito.-Este es mi sitio ¿Entendido?
-S-si...lo siento.- Apenas podía respirar y al contrario que al principio, ahora no podía apartar la mirada de esos ojos llenos de odio ¿por qué se molestaba tanto por un simple sitio?
Dibujó una sonrisa en su rostro y soltó al chico de golpe haciendo que éste se cayera de culo. Se subió en el banco de ``su mesa´´ y gritó a todos los que estaban en el comedor.
-Este es mi sitio y quien me lo quite, se las verá con nosotros.- Esto último lo dijo señalando a ´´sus amigos´´, los cuales ya se estaban sentando en ``su sitio´´ pero sin estar muy de acuerdo con la actuación de ``su jefe.´´
Y todo esto por un sitio, como ya había dicho Jake, aquí estaban todos locos. Los que no venían de fábrica acababan volviéndose con el tiempo, se preguntaba en qué lado estaría él.
Mientras recogía su bandeja mió el reloj, mierda, estaban a punto de comenzar las clases. Suspiró y se encaminó hacia la puerta para comenzar otro día más en aquel infierno, pero de pronto tuvo que detenerse. Aquel imbécil del sitio pasó por delante suyo. En ese instante sus miradas se cruzaron, pudo notar todo el odio que almacenaba aquel chico. En ese instante tuvo miedo de que le dijera algo, pero parecía que ni si quiera podía verle. No podía ver más allá de su propio odio, y por un momento, se compadeció de él.
-Será mejor que me de prisa.- Dijo para si mismo. Y tras eso, se encaminó hacia sus pesadas y aburridas clases de su pesada y aburrida vida, pero lo que no sabía, es que todo eso cambiaría para siempre.

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